lunes, 15 de octubre de 2007

Esto no tocaba, pero lo tenía escrito. Asi que ahí va un momento de mi.

Hoy, por la mañana he tenido que ir a un entierro, cuando me encontraba en el cementerio, me he fijado que en una pared había una losa con una inscripción que rezaba:
“El día que me muera
Quiero que me entierren junto con mi guitarra
Bajo la arena…”
debajo del epitafio había el nombre de su autor: Federico García Lorca.
Parece mentira, pero me he acordado de mi adolescencia, cuando le pedí a mi padre que me comprara una guitarra, después de insistir y de insistir, al final me la compró. Aquél instrumento fue para mi, mi objeto de deseo, mi compañera, a la que me costaba dejarla mientras yo iba a la escuela.






Aquella guitarra, ya vieja y rota mil veces, que aún conservo, era una Estruch, que le costó a mi padre doscientas pesetas, me hizo feliz durante mucho tiempo.
Aparecieron los Beatles con su “enfurecedor” Twist and Shoult. Aquello, para mi fue algo totalmente desconocido, nunca había oído nada igual, tenía que descubrir como se tocaba aquel ritmo que me enfurecía y me hacía salir de mis casillas.
Probé y probé, hasta que al final, de entre sus cuerdas salieron unas notas que con un poco de buena voluntad, tenían cierto parecido.
Comuniqué a mis amigos de clase si alguien más rasgaba la guitarra, y que si queríamos ser tan famosos como los Beatles, teníamos que formar una banda musical, un conjunto moderno con sabor a Rock.
Montamos el conjunto, con nuestras guitarras y una batería de esas de quincalla, con un tambor, un plato y el bombo y todas las tardes, al salir de clase, intentábamos ensayar en el garaje de casa.
Llegamos a la conclusión que con aquellos instrumentos no llegaríamos a ninguna parte, que debíamos ser más profesionales y que necesitábamos guitarras eléctricas, una batería como dios manda y los amplificadores, bafles y micros necesarios para obtener cierta notoriedad y poder llegar a tocar ante un público.
Propusimos a toda la clase que necesitábamos dinero para poder comprar nuestros instrumentos y llegamos a la conclusión que podíamos montar una “rifa” en la que el premio sería un tocadiscos, un buen gancho en aquella época para que la gente comprara los números, cuya confección se habían encargado a una imprenta con las condiciones del sorteo.
Los números se repartieron a toda la clase, para que los vendieran a sus padres, tíos, sobrinos, vecinos y conocidos. La verdad es que la venta de los números fue muy bien, se vendieron casi su totalidad, pero me parece que el sorteo no se llegó a hacer nunca, ya que el tocadiscos nunca se compró.
Con aquél dinero recaudado pudimos dar la entrada para comprar tres amplis, cuatro micros y comprar una batería de tercera o cuarta mano, pero tenía todos sus elementos, la caja, tres tambores, el bombo y un “charles”. Las guitarras las compraríamos cada uno de nosotros.
Yo, con el dinero que tenía ahorrado y el que había cepillado a mi padre, a mi madre o a mi abuela, me compre una INVICTA









de color rojo, guitarra española con dos pastillas y que tenía la forma de una Fender Estratocaster. Otro compañero se compró una Hofner de color amarillo con una sola pastilla y el bajo, que de bajo no tenía absolutamente nada, ni me acuerdo. A mi me tocó tocar la guitarra rítmica, con lo que nos intercambiamos las guitarras, y me quedé con la Hofner y el solista se quedó con la Invicta.



Nos pusimos a ensayar, a preparar canciones, nuestro éxito tenía que ser sonado, íbamos a triunfar.
Además de los Beatles, surgieron en aquella época, entre otros, los Stones, The Kinks, que nos chiflaban, todo era nuevo. Aprendimos rápido, dentro de nuestras limitaciones, pero salieron canciones y canciones. Además de los conjuntos extranjeros estaban también Los Sirex y Los Brincos y de ellos también tomamos algunos temas.
Sonábamos más mal que bien, pero sonábamos, un buen día nos dijeron si queríamos actuar en un teatro donde también había tres conjuntos más, tocamos tres canciones, gustamos a todos aquellos que estaban apretujados en la sala, lo que comportó que al final de la velada tuviéramos que volver a actuar, nos llamaron a partir de aquel día en muchas ocasiones.
Parecía que éramos buenos, que lo hacíamos bien. Más tarde nos presentamos a un concurso musical, en aquella época se estilaban mucho los concursos musicales, y quedamos segundos, pero no tuvimos derecho a grabar el disco, sólo los primeros pudieron hacerlo. A nosotros nos tocó el derecho de tocar en la radio y así fue, la experiencia fue buena, pero no se si la gente nos llegó a escuchar. Tocamos en un programa a las tres de la tarde, nos dijeron que era de máxima audiencia.
Así estuvimos todo el año, hasta que terminó el curso, Aún recuerdo la cara de mi padre cuando le enseñé las notas de aquel año (quinto de bachiller), no era de extrañar, pues había más suspensos que aprobados, y aquí se acabó la historia de mis pinitos en la música.
Conservé la guitarra que me había comprado mi padre, la Invicta la vendí, luego, me he ido comprando alguna guitarra más y ahora además de la Estruch, conservo una Fender acústica y una imitación de una Telecaster con su ampli correspondiente, que ahora no toco nunca.
Con este recuerdo a mi afición frustrada, hago mío el epitafio del cementerio, también será bueno para mi, que me entierren junto con mis guitarras, así, con toda una eternidad por delante, supongo que al final llegaré a tocarlas como los ángeles.

8 comentarios:

Berta dijo...

El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados.
Jean Paul (1763-1825) Escritor y humorista alemán.

Ah Virumque y sus pinitos musicales… qué mono!!
Joer q te entierren con tus guitarras, dices??
Jajajjaja una macro tumba pues! o en el baúl de los recuerdos….??
Buscando en el baúl de los recuerdos uhhh uhh uhhhhhhhhhhhhhh
Cualquier tiempo pasado me parece mejor… uh uh uhhhhh
Es coña, besitos, q tu no te vas a morir nunca… tonto :)
la sonrisa :)

Be dijo...

No tengo idea de guitarras, pero has hecho que recordase a un par de rockeros que han pasado por mi vida... Intensos momentos, algunos locamente desenfrenados otros peligrosamente narcotizados, que recuerdo placenteramente...
Un beso, Virumque.

Vox dijo...

Be ya te contestaré, primero lo hago a Sonri, que me ha hecho un comentario que no me ha encantado, digamos, aunque al final me diga que es coña.
Sonri, muchas veces busco en el baúl de los recuerdos y te voy a decir el por que:

Sonrisilla, como eres una de mis asiduas lectoras, voy a contestarte con la misma franqueza que lo haces tú.

Los mancos sueñan en tienen manos, los que no tienen piernas sueñan que andan y los viejos pensamos en nuestra juventud. El tiempo es inexorable, no perdona a nadie y cuando algo produce la chispa del recuerdo, este emana rápidamente al pensamiento. Mis quince -dieciséis años, joder, sólo los he tenido una vez y me gusta recordarlo cuando puedo. Me gustaba tocar la guitarra, pero nunca fui, ni seré, un erudito. Por eso el epitafio (García Lorca dixit) me vino de perlas. Los egipcios eran enterrados con todo tipo de alimentos y enseres para ir “al más allá”. En este caso pienso que a lo mejor, con toda la eternidad por delante y al lado de dos guitarras, seguro que de una puta vez aprendo, como a mi me gustaría, a tocar este instrumento.
Nada más y sin ninguna pretensión.

nebulosa dijo...

Moin petit chou,

Espero que todos nos llevemos todo el amor que hemos invertido en esta vida, llámale guitarras, llámale sentimientos, llámale pasión....besitos moin petit romantic

Vox dijo...

Be, es bueno mirar al pasado, pero no olvides que sólo fue pasado, lo que se hace de juventud, ahora no corresponde. Todo a su tiempo ¿No?.

Vox dijo...

Ma petitte chou.
Me parece que no nos vamos a llavar nada. Vive ahora. J'en suis pas un romantique, pero m gustaría serlo.

Berta dijo...

ante la duda Virumque pienSA Q YO NUNCA VOY CON MALA LECHE Hablas d nostalgia, hablas d soledad…de q tu gobiernas tu vida,
La melancolía no siempre es triste, te recuerda etapas quemadas en la vida q nos conviene recordar, nos conviene para aprender… y llenar el sentimiento de soledad si q es triste

Me gusta muchas veces sentirme sola, seguramente porque se q no lo estoy, en cambio otras me aterra, me da pánico, me coge vértigo… ¿estoy sola? Realmente no lo se
la sonrisa :)

hipocrit dijo...

Triste final para una posible vocación.