martes, 30 de octubre de 2007

trato de amor

Hoy en el Foro, Hechi nos ha hecho una pregunta. ¿Qué hago yo ante una cita concertada para realizar sexo de pago?
Contesto a Hechi y a la "curiosa" Sonrisilla, que también se ha sumado a la pregunta.

Mi angustia me cautiva,
Mi inseguridad me oprime
Ante la necesidad de sexo.
La observo, imagino su cuerpo grácil
E inspiro su fragancia, que me embriaga.
Ya es algo mío y la deseo sin conocerla,
Su desnudez me deslumbra
Me perturba y me excita.
Corre, vete a buscarla
Que te venderá amor
Y comprarás sexo.
La puerta entreabierta espera que la traspase
Para encontrarme con el objeto de amor que está tras ella.
La miro,
La cojo las manos y me acerco a ella,
La beso y me conmuevo y
Olvido el trato de amor.

domingo, 21 de octubre de 2007

Solamente creí


La ígnea mirada de tus ojos me perturba,
Me asusta y miro al infinito.
Una sensación de desconfianza me invade,
Por la pasión de “amor” imaginada,
Como un niño ante su regalo,
Su corazón salta ante la realidad de lo inesperado,
Cuando abre bruscamente su envoltura,
Por que la “verdad” no es lo anhelado.
Tristeza del que paga por amor
Desilusión de mi engaño,
Creí en la amistad,
Cuando se concertaba un trato.

lunes, 15 de octubre de 2007

Esto no tocaba, pero lo tenía escrito. Asi que ahí va un momento de mi.

Hoy, por la mañana he tenido que ir a un entierro, cuando me encontraba en el cementerio, me he fijado que en una pared había una losa con una inscripción que rezaba:
“El día que me muera
Quiero que me entierren junto con mi guitarra
Bajo la arena…”
debajo del epitafio había el nombre de su autor: Federico García Lorca.
Parece mentira, pero me he acordado de mi adolescencia, cuando le pedí a mi padre que me comprara una guitarra, después de insistir y de insistir, al final me la compró. Aquél instrumento fue para mi, mi objeto de deseo, mi compañera, a la que me costaba dejarla mientras yo iba a la escuela.






Aquella guitarra, ya vieja y rota mil veces, que aún conservo, era una Estruch, que le costó a mi padre doscientas pesetas, me hizo feliz durante mucho tiempo.
Aparecieron los Beatles con su “enfurecedor” Twist and Shoult. Aquello, para mi fue algo totalmente desconocido, nunca había oído nada igual, tenía que descubrir como se tocaba aquel ritmo que me enfurecía y me hacía salir de mis casillas.
Probé y probé, hasta que al final, de entre sus cuerdas salieron unas notas que con un poco de buena voluntad, tenían cierto parecido.
Comuniqué a mis amigos de clase si alguien más rasgaba la guitarra, y que si queríamos ser tan famosos como los Beatles, teníamos que formar una banda musical, un conjunto moderno con sabor a Rock.
Montamos el conjunto, con nuestras guitarras y una batería de esas de quincalla, con un tambor, un plato y el bombo y todas las tardes, al salir de clase, intentábamos ensayar en el garaje de casa.
Llegamos a la conclusión que con aquellos instrumentos no llegaríamos a ninguna parte, que debíamos ser más profesionales y que necesitábamos guitarras eléctricas, una batería como dios manda y los amplificadores, bafles y micros necesarios para obtener cierta notoriedad y poder llegar a tocar ante un público.
Propusimos a toda la clase que necesitábamos dinero para poder comprar nuestros instrumentos y llegamos a la conclusión que podíamos montar una “rifa” en la que el premio sería un tocadiscos, un buen gancho en aquella época para que la gente comprara los números, cuya confección se habían encargado a una imprenta con las condiciones del sorteo.
Los números se repartieron a toda la clase, para que los vendieran a sus padres, tíos, sobrinos, vecinos y conocidos. La verdad es que la venta de los números fue muy bien, se vendieron casi su totalidad, pero me parece que el sorteo no se llegó a hacer nunca, ya que el tocadiscos nunca se compró.
Con aquél dinero recaudado pudimos dar la entrada para comprar tres amplis, cuatro micros y comprar una batería de tercera o cuarta mano, pero tenía todos sus elementos, la caja, tres tambores, el bombo y un “charles”. Las guitarras las compraríamos cada uno de nosotros.
Yo, con el dinero que tenía ahorrado y el que había cepillado a mi padre, a mi madre o a mi abuela, me compre una INVICTA









de color rojo, guitarra española con dos pastillas y que tenía la forma de una Fender Estratocaster. Otro compañero se compró una Hofner de color amarillo con una sola pastilla y el bajo, que de bajo no tenía absolutamente nada, ni me acuerdo. A mi me tocó tocar la guitarra rítmica, con lo que nos intercambiamos las guitarras, y me quedé con la Hofner y el solista se quedó con la Invicta.



Nos pusimos a ensayar, a preparar canciones, nuestro éxito tenía que ser sonado, íbamos a triunfar.
Además de los Beatles, surgieron en aquella época, entre otros, los Stones, The Kinks, que nos chiflaban, todo era nuevo. Aprendimos rápido, dentro de nuestras limitaciones, pero salieron canciones y canciones. Además de los conjuntos extranjeros estaban también Los Sirex y Los Brincos y de ellos también tomamos algunos temas.
Sonábamos más mal que bien, pero sonábamos, un buen día nos dijeron si queríamos actuar en un teatro donde también había tres conjuntos más, tocamos tres canciones, gustamos a todos aquellos que estaban apretujados en la sala, lo que comportó que al final de la velada tuviéramos que volver a actuar, nos llamaron a partir de aquel día en muchas ocasiones.
Parecía que éramos buenos, que lo hacíamos bien. Más tarde nos presentamos a un concurso musical, en aquella época se estilaban mucho los concursos musicales, y quedamos segundos, pero no tuvimos derecho a grabar el disco, sólo los primeros pudieron hacerlo. A nosotros nos tocó el derecho de tocar en la radio y así fue, la experiencia fue buena, pero no se si la gente nos llegó a escuchar. Tocamos en un programa a las tres de la tarde, nos dijeron que era de máxima audiencia.
Así estuvimos todo el año, hasta que terminó el curso, Aún recuerdo la cara de mi padre cuando le enseñé las notas de aquel año (quinto de bachiller), no era de extrañar, pues había más suspensos que aprobados, y aquí se acabó la historia de mis pinitos en la música.
Conservé la guitarra que me había comprado mi padre, la Invicta la vendí, luego, me he ido comprando alguna guitarra más y ahora además de la Estruch, conservo una Fender acústica y una imitación de una Telecaster con su ampli correspondiente, que ahora no toco nunca.
Con este recuerdo a mi afición frustrada, hago mío el epitafio del cementerio, también será bueno para mi, que me entierren junto con mis guitarras, así, con toda una eternidad por delante, supongo que al final llegaré a tocarlas como los ángeles.

jueves, 11 de octubre de 2007

Quisiera unirme a tí

Be me hizo una reflexión sobre la realización de los sueños. "Quisiera unirme a ti" es un sueño, que ahora hago realidad, pero no pienso en Be, sólo es un sueño. Me gusta soñar, por que necesito soñar, pero mis sueños nunca, o difícilmente, se harán realidad.



Me uno a ti,
Para saciar mis ansias
Con tu cuerpo.
Me uno a ti,
Para que tus caricias
Cubran mi cuerpo.
Me uno a ti
Para saborear tu boca
Con mi boca.
Me uno a ti
Para sentir el calor
De tu piel.
Me uno a ti
Para sentirte,
Para acariciarte,
Para besarte,
Para estar dentro de ti y
Sentir el temblor de tu cuerpo
Junto a mí.
Por eso me uno a ti

domingo, 7 de octubre de 2007

Hechizo de Luna

Báilame, mi bruja,
Hechízame con los movimientos
sensuales de tu cuerpo.
Abreme tus brazos,
para que me arruques entre tus senos,
bésame la frente
y méceme el pelo.


Báilame, mi bruja,
ilusióname con el movimiento
de tus manos.
pósalas suavemente en mi cabeza
y mírame a los ojos .
Hipnotízame para que no te olvide


Báilame, mi bruja,
Báilame con movimiento firme y fiero.
báilame, mi bruja
con hechizo de luna






viernes, 5 de octubre de 2007

Me la dedico a mi, como recuerdo.

He cambiado el título. A veces, por la razón que sea, idealizamos cosas, objetos o personas, pensando en lo que han representado en un momento determinado de nuestra vida. A veces pensamos o creemos que por un instante somos algo más. Siempre respetamos la libertad de todos y somos tolerante en muchas cosas. Pero, a veces, olvidamos que no somos correspondidos, por que no somos más que mercado, no hay sentimientos en nuestro mundo.
Duele, pero es así de cruel. De todas formas, sigo pensando lo mismo al respecto. Siento cariño y afecto,a pesar de que yo no pueda dar ni representar (ya lo se, si no no utilizaría el sexo de pago) un anhelo o una solución (y esto naturalmnte que también lo sé).


Observo tu foto,
Deseo tu cuerpo,
Quiero tocarte y no puedo.
Desabrocho tu blusa,
Transparencia de tu cuerpo,
Miro tus pechos, los beso.
Tiro del lazo, dejando que resbale
Esa pequeña prenda,
Que oculta mi sueño y
Dejo al descubierto tu hermosura,
Mi objeto de deseo,
Néctar sabroso,
De tu cuerpo.
Dios, que tormento.
Saber que te tuve
Y ahora no puedo.
Anhelo este deseo
Convertido en sueño.

Fa una nit clara i tranquila "qualsevol nit port sortir el sol"



Un día Neófito escribió en el foro una alusión a la canción de Jaume Sisa “Qual sevol nit pot sortir el sol”, canción que en su momento se consideró anarquista por el contenido de su letra.
Manteniendo el espíritu de la canción, cambié los personajes por los nicks de los foreros y me atreví a traducirla, de frma totalmente "anárquica" al castellano. Decidí hacer este burdo plagio en homenaje a nuestro “foro”, que lo considero, mejor dicho lo consideramos como la casa de todos, (por cierrto Haimito y J.Bond son personajes distintos, pero detrás de ellos está una misma persona, pero, cuando escribí esto, no lo sabía).

Hace una noche clara y tranquila
Está la luna que alumbra
Los invitados van llegando y
Van llenando toda mi casa.

Aquí está nuestra querida Sussi,
Hechicera y mis dos plumas, Sofi y Marien
Y Helena.
También está la inolvidable Kaly.

Oh! Bienvenidos! Pasad, Pasad
De las tristezas haremos humo
Que mi casa es vuestra casa
Si es que hay ... casas de alguien.

Hola Neox! y Xasel!
Haimito y el Sr Llallo,
El Peludo Pelos y el Hipocrit,
Neófito, Nando y Locellot,
El Jabato, Juanete y el soberano Kyrios.

Oh! Bienvenidos! Pasad, Pasad...

Buenas noches Sr. Cuatro
Sr. Rumbo y J.Bond,
Jorgito y Davidson,
El Vicario y El Jedi con Twinspeaks y Robob.

Oh! Bienvenidos! Pasad, Pasad...

A las doce han llegado El Rucius y el Ra desde Madrid,
Con Ameba del Zaraguay
Tarde, pero ya están aquí
La Sonrisa Grrrrrrr. y Be,
Nebulosa, Ozú y el Opaco,
Que ilusión.
Bienvenidos, pasad, pasad
Ahora ya no falta nadie,
O puede ser que si, ya me doy cuenta que tan sólo
Faltas tú...

También puedes venir, si quieres.
Te esperamos, hay sitio para todos.
El tiempo no cuenta, ni el espacio
Cualquier noche puede salir el sol.

miércoles, 3 de octubre de 2007

El Poema




Ahora cuelgo, por último, el poema.
La prueba consistía en hacer un poema sobre nuestro patrocinador, patrocinadora en este caso “Lujo y Placer”. En aquellas fechas apareció en la Web de L.&P una chica que me enamoró desde el primer momento, no creo que fuera el único. Me la miré y remiré, la encontré perfecta. Su nombre era Emma , pero esa fotografía tenía, como la mayoría de las fotografías de las Escorts un excelente cuerpo, desnudo, sin rostro.
Y escribí esto, sin ninguna pretensión.

La indefinición de un rostro femenino.

Imagen de sexual reclamo,
Tras la indefinición de un rostro femenino,
Envuelto de un cabello lacio y oscuro,
Se oculta el sexual deseo lascivo.

Ansia de una aterciopelada piel de la que el sol emana
Y de unos senos turgentes de redonda aureola,
Tocados por erectos pezones de carne rosa,
Deseados por una ya insípida boca.

Desnudez femenina ambicionada,
Formas idílicas avarísimamente codiciadas
Y en pensamientos desterrada,
Por una cruel edad ya despilfarrada.

Te encontré a través dos rojas cerezas,
De sexo y placer portal de entrada.
Estabas allí, radiante, desnuda,
Esperando, entre otras, mi llamada.

Te escojo de entre tus compañeras,
Todas ellas de visión magnífica,
Ofreciendo sus formas y figuras,
Para desfogar ilusiones soñadas.

Hembra de amor carnal imaginada,
En un pliegue de mi cerebro olvidada,
Reencontrada en esta imagen de sexualidad deseada,
Que no se merece un verso de este mal “juntador” de palabras.

Deseo tus ojos y no los veo,
Quiero tu boca y no la encuentro,
Busco tu lengua para encontrar el sabor perdido,
Pero en tu imagen se difumina el rostro.

Bajo tus lacios cabellos negros imaginaré tu cara,
De oscuros y brillantes ojos tocada,
De una mirada sincera y apasionada
Y tu boca de rojos labios oculta una lengua deliciosa.

Emma es tu nombre.
Mis pensamientos desde ahora serán para ti,
Me imaginaré nuevamente tu rostro,
Ansiedad que llevaré, hasta que te tendré.

Por cierto, como podéis imaginar "No gané el concurso"

Mi relato largo de fin de concurso. El poema lo dejaré para la última entrada dedicada al concurso








Acabé el Bachillerato

Escribo un relato corto, que es un extracto de un hecho casi real. Vivencia que fue cierta, junto con otras imaginadas.
Mi escrito ha surgido como resultado de la circunstancia de que Hipocrit se me ha adelantado en el tema sobre el que iba a escribir (en mi caso no en la isla Vili Varu del archipiélago Maldivas), por lo que ahora no puedo esperar otros 28 días para colgar un nuevo relato sobre las noches de luna llena. Por esto he tenido que rebuscar en mi memoria una situación erótica, de las que me ha tocado vivir o imaginar. He buscado un marco, que para mi es el mejor, junto con una situación un tanto anómala, pero que fue real en cierto modo. La chica existió, el libro está, pero no se donde, algún día aparecerá con las tapas aún manchadas de sudor. El bikini azul turquesa aún sigue en mi mente, como la figura esbelta de la chica de piel blanca, que cuando estuvo detrás de mí y me dijo “hola”. Lo demás fue una imaginación y un sueño Aquél insulso mes de mayo del año 1966, del que no recuerdo ningún dato significativo (Franco estaba en el poder y continuaba abierta la guerra del Viet-Nam) apareció una chica que no he vuelto a ver más, indagué sobre ella y sólo pude descubrir que estaba aquel mes de mayo en un pueblo de la Costa Brava descansando, después de haber salido de la cárcel, una vez cumplida la pena que le había sentenciado el T.O.P. (Tribunal de Orden Público) en Barcelona, por unos hechos que desconozco totalmente.




Acabé el bachillerato (este es el título)

Era a finales del mes de mayo del 66 y recién cumplidos los dieciocho años. Después de conocer las notas de mis exámenes en el Instituto y antes del examen de Preuniversitario en Universidad en Barcelona, decidí ir a pasar tres días en la casa que mis padres tenían en Sebastià del Mar, con el objetivo de descansar y olvidarme de los días que había estado delante de los libros.
El día de mi partida cogí el tren en la estación de con destino a Escolpià. El viaje fue interminable. El tren estaba electrificado solamente de Bacelona hasta Massanet-Massanas (estación conocida popularmente como “el empalme”), los vagones de tercera clase del “tren correo” no tenían compartimentos. Los incómodos asientos de madera estaban colocados uno tras de otro por parejas dejando un espacio en el centro a modo de pasillo. Me coloqué al lado de la ventana, me distraía ver el paisaje cuando descansaba de leer la revista semanal que me había comprado en el kiosco de la estación. Respiré durante todo el trayecto la carbonilla que brotaba constantemente de la chimenea de la máquina de vapor. El tren se detuvo en todas las estaciones y en cada uno de los apeaderos del recorrido.
Pasadas más de 4 monótonas horas de tren, llegué a Escolpià alrededor de las ocho de la tarde. El coche de línea estaba esperando al sólo viajero que descendió al andén para transportarlo por los 8 kilómetros de la serpenteante carretera de Escolpià, que bordea toda la costa, hasta Sebastià del Mar.
El mar estaba en calma, auguraba unos días espléndidos, que harían agradable mi permanencia en el pueblo.
Cuando el autocar coronó el Faro, se divisó toda la silueta del pueblo, que en aquellos momentos ya estaba dejando de ser de pescadores. La línea blanca y alargada de las apretujadas casas frente al mar, de entre las que la iglesia sobresalía, se abría ante mis ojos.
El corazón se me engrandece siempre que llego a “Sebastià”. Regresan a mi mente todos aquellos recuerdos de mi niñez en los que pasaba mis vacaciones de verano totalmente libre de las ataduras del internado en Barcelona en el que había pasado todo el curso escolar, recuerdos felices de días sin fin, de aquellas largas tardes de salidas en barca regresando al ocaso del sol, que iluminaba de color rojizo los acantilados de la costa norte s y le daba un brillo especial al mar.
Ya empezaba a oscurecer, observé desde la ventana del autocar el inmenso espejo en el que la figura lineal del pueblo se reflejada, brillando en el mar los puntos lumínicos que en aquellos momentos empezaban a encenderse. De entre las casas blancas destacaba el inconfundible color rosado de la fachada del Consistorio.
Al día siguiente, después de un reconfortante sueño, me levanté tarde y después de comer algo en el “Café”, pensé que sería bueno darme un baño y aprovechar el aquél día soleado. Sin nada más que el bañador, el “niki” y la toalla de baño, me dispuse a andar todo el camino de la ribera, que frente al mar bordea el pueblo, para dirigirme a las playas que son de piedra, son las playas más incomodas que existen en el Mediterráneo, pero sus aguas son las más claras, limpias y frías de todo el Tirreno. Este iba a ser mi primer baño del año.
A medio camino, me paré en la papelería y compré un pequeño relato de García Márquez, cuyo título no recuerdo en estos momentos. Era un libro de bolsillo de escasas hojas, ideal para disfrutar de un día de playa completamente solo. El libro tenía las tapas doradas y la última vez que lo vi aún tenía las manchadas de unas gotas de sudor que habían caído sobre ellas.
Al llegar a la playa me senté sobre una roca y me dispuse a leer un buen relato.
La playa estaba totalmente desierta en aquella época del año, el día no era festivo. Me di un baño rápido. El agua estaba gélida, me sequé la piel rápidamente para no coger frío. Me senté sobre la toalla y volví a leer. Al rato, llegó a la playa una señora mayor acompañada de una joven . Al principio no me fijé bien en ellas, estaba distraído en mi lectura y me interesaba la historia del náufrago perdido en el mar Caribe.
Las recién llegadas se sentaron frente al mar, apenas unos metros de donde yo me encontraba. La chica ayudó a la señora a que se despojara de la bata que llevaba puesta . Una vez estuvo sentada y acomodada sobre su toalla, la joven procedió a quitarse la blusa blanca que llevaba puesta. En este momento levanté los ojos del libro que estaba en mis manos y la vi con toda su esplendorosa juventud. Su rostro troquelado con dos grandes ojos negros, sus labios rosáceos perfilados, que instaban a besarlos, se escondían en ocasiones tras sus largos cabellos negros, que se movía de manera descompasada por los movimientos de la chica que aún permanecía de pié hurgando en el interior la bolsa de mano que llevaba. Su piel era blanca y delicada, parecía como si hubiera acabado de salir de una caja oculta durante mucho tiempo. Llevaba puesto un bikini azul turquesa que resaltaba sobre su marmórea piel.






Depositó la toalla en el suelo y se tumbó sobre ella. Su cuerpo, alargado, bajo los rayos del sol me excitaba. Miraba de distraerme con mi lectura, pero no podía. La observaba de reojo y no perdía ninguno de sus movimientos.
Cambió de postura y se sentó con las piernas encogidas, rodeándolas con sus brazos en un gran abrazo. Estaba frente a mi, de tal modo que observaba cada uno de mis movimientos. Cada una de las palabras del libro que tenía ante mis ojos parecía que tenían movimiento, las letras corrían de arriba hacia abajo desenfocándose continuamente. Estaba muy nervioso.
La chica se quedó en esta posición hasta que su acompañante hizo ademán de marcharse. La mujer mayor se levantó y la chica la ayudó nuevamente para ponerle la bata. Cuando la señora recogió sus cosas, se marchó sola. La chica se quedó en el mismo sitio y en la misma postura. Yo intenté devorar el libro.
Cuando levanté los ojos no estaba. Aún miraba la toalla vacía, cuando oí su voz que me decía “hola”. Giré mi cabeza y la vi, con toda su belleza, como si brotara de entre las rocas con su bikini azul turquesa. Me preguntó por el libro. Estaba sudando, de mi frente y de todo mi cuerpo emanaban unas grandes gotas de sudor. No estaba preparado para todo lo que estaba viviendo en aquél momento. Una de las gotas de sudor cayó sobre las tapas del libro, mientras ella seguía allí observándome. Tenía un nudo en la garganta que me impedía balbucear una palabra inteligible.
Se sentó a mi lado y rozó mi brazo con el dedo índice de su mano izquierda, todo el bello de mi cuerpo se erizó, notando en mi piel una sensación que nunca antes había sentido. Iba a explotar, tuve que encoger mis piernas para disimular mi sexo, duro, que se erguía de entre mis piernas.Sin decir ninguna palabra pasó su mano izquierda por mi espalda, mientras que con la otra cogió mi mano derecha y la depositó sobre su sexo, aún vestido con el “cultote” de su bikini. Una vez dejó mi mano pasó la suya por entre mi vientre y el bañador, rozando con sus dedos mi falo erecto.
Me corrí, no aguanté más, pero ella no dijo nada, insistió que la siguiera tocando por encima de la tela del bikini, mientras ella seguía jugando con mi sexo hasta que volvió a crecer como una exhalación. Me besó, sentí sus rosáceos labios sobre los míos. Noté que su lengua salía, húmeda y caliente, de entre sus labios queriendo perforar los míos, abriéndose camino hasta encontrar mi asustada lengua.
La cogí con mis manos, le besé toda su cara, lamí sus dos párpados salados y la volví a besar en la boca. Mis manos, ya liberadas de la timidez, recorrieron todo su cuerpo, deteniéndose en sus duros senos y noté que tenía los pezones erectos. Besé su vientre y su sexo vestido, hasta que lo desnudé completamente, para introducir en él mi lengua hasta lo más profundo de su vagina.
Me quité el bañador y ella con su mano me ayudó a que me introdujera dentro de ella, sentí un calor suave y húmedo que subía desde la punta de mi glande hasta llegar a lo más alejado de mis extremidades. Cabalgamos encima de la roca, no sentíamos dolor, sólo placer, hasta que llegamos al cielo. Quedé exhausto, tumbado sobre la roca mientras, sin decir palabra, ella se vistió y se marchó.
Cuando regresaba a casa, no dejé de pensar en ella, pasé por delante de un bar, me senté en una mesa frente al mar. Me sirvieron un “Campari” con unas patatas fritas. Observé la luminosidad de la lacustre bahía rodeada de pirineicas montañas i las barcas amarradas en el muelle. Miré el libro manchado de sudor. Pensé nuevamente en la chica y me pregunté ¿Por qué cuando estaba detrás de mí no le dije nada? Cada vez que voy a Sebastià del Mar intento recordarla, esbelta

con su bikini azul turquesa y su cuerpo marmóreo, pero no la he vuelto a ver nunca más.

martes, 2 de octubre de 2007

Este fue mi guión para una peli X. (primero y último, hasta me da verguenza colgarlo).










Despues de una buena cena

Exterior, noche





SECUENCIA 1
Escena1

Lacámara sigue a un taxi hasta que se detiene frente a una lujoa casa, se abre la puerta del taxi, Margot desciende del vehículo, lleva una falda negra con un corte que le llega hasta la ingle, al andar aparecen y desaparecen sus largas piernas. Su cuerpo está envuelto con una blusa negra, abrochada por atrás, transparentándose sus desnudos senos turgentes. La cámara enfoca a Margot cuando desciende del taxi. De entre el corte de la falda aparece una pierna y deja entrever una pequeña braguita de encaje negro. Margot, de pie, se dirige a Jack, invitándole a tomar una copa en su domicilio.- Jack, dice Margot, te apetece tomar la última copa?- Me encantaría, contesta Jack.
Jack no se hace rogar, paga al taxista, desciende del mismo cerrando la puerta. Jack, alto, delgado, moreno con el pelo corto y rizado, lleva una barba de unos dos milímetros y extremadamente cuidada. Viste Smoking negro, camisa blanca tocada con un lazo negro desabrochado. La cámara va siguiendo en traveling a los actores cuando estos se dirigen a la puerta de la casa, enfocándolos por detrás cuando Margot saca las llaves de su bolso y abre la puerta.

SECUENCIA 2
Escena 1

La cámara enfoca la puerta desde el interior, que se abre entrando primero Margot y detrás Jack. La cámara los sigue hasta llegar al salón de la casa.
Escena 2
El salón es grande y amplio. En frente hay una chimenea encendida, ante la que, un poco retirada del fuego, hay una mesa centro rodeada de un sofá y dos sillones. Detrás del sofá hay un piano de cola negro (La cámara hace un recorrido por toda el salón hasta detenerse en los actores).- Margot, dice Jack, tienes un salón muy acogedor, pero hace calor ¿Permites que me quite la chaqueta? Margot llama a Juliette - ¿Juliette, estás despierta? ¿Puedes venir un momento?.
Juliette entra en escena. La cámara enfoca a Juliette, que entra en el salón por una puerta lateral detrás del piano. Juliette lleva puesta una batita corta y parece que acaba de salir de la cama. La cámara ya en un plano general del salón enfoca a los tres actores en escena -Juliette, dice Margot, guarda la chaqueta del señor y sírvenos unas copas de Lagavulín, como siempre , sin hielo. Juliette, acercándose, recoge la chaqueta de Jack y desaparece de escena. Mientras Jack la mira de forma lasciva.
Escena 3

Jack se dirige a Margot.- ¿Tocas el piano? - Si, contesta Margot.- Me gustaría escucharte ¿Te apetece tocar algo para mi? Margot se sienta en la banqueta del piano y toca una melodía, Jack está detrás suyo, posa sus manos en sus hombros, cerca del cuello. Masajea su nuca y asciende sus manos hasta su cuero cabelludo, entrelazando el pelo entre sus dedos. Margot gira su cuello mirándolo fijamente, se levanta. Jack la coge por la cintura. La besa, las manos de Jack desabrochan la blusa de Margot, sacándosela lentamente dejando sus pechos al descubierto. Margot, mientras, intenta desabrochar la camisa de Jack, pero no puede. Bruscamente la abre completamente rompiendo los botones y se la saca. Jack queda con el torso desnudo.

Escena 4

Entra Juliette con la botella de Lagavulin en una bandeja con dos vasos. Mira a los amantes, deja la bandeja sobre la mesa centro y se coloca detrás de Jack. Sus manos desabrochan sus pantalones, que se deslizan solos hasta el suelo (en la mayoría de películas porno el actor nunca lleva calsoncillos, esta vez Jack los lleva, Armani para más señas), se arrodilla y desliza lentamente los calsoncillos, hasta bajárselos completamente. Mientras, Jack ha desabrochado la falda de Margot, que luce su cuerpo cubierto solamente con las braguitas negras de encaje. Juliette, que sigue de rodillas, se ha colocado entre Jack, ya completamente desnudo, y Margot. Le quita la braguita. La cámara muestra el pubis de Margot. El rostro de Juliette aparece cuando empieza a besar su vulva , llegando al clítoris. Margot no puede continuar de pie, se estira sobre el suelo seguida de Jack, que observa como Juliette lame el sexo de Margot. Jack quita la bata a Juliette, que descubre todo su cuerpo desnudo. Ahora los tres actores tienen libertad para que inicien una escena de amor donde tenga cabida todo cuanto han aprendido de su experiencia sexual, el director solamente tendrá que corregir alguna postura para que la imagen quede encuadrada y perfecta. (no hay primeros planos de los actos sexuales, pero se debe notar que las penetraciones son reales). Después del orgasmo múltiple se produce un fundido.
Fin del acto y de la película.

Este fue mi primer relato








Soledad en la noche

El día había transcurrido irremediablemente, todo me había salido mal, parecía que había caído en un pozo del que no podía salir. El corazón bombeaba desesperadamente, empujando a borbotones la sangre en el interior de mis venas, pero parecía que no llegaba hasta mi cabeza, que me dolía. Notaba en las sienes el “pomponeo” acompasado del imparable motor. Tenía la mente obnubilada, todo era una amalgama de pensamientos, imágenes borrosas y vagos recuerdos que discurrían por mi mente sin orden ni concierto. No podía dormir, notaba como la chaqueta del pijama se pegada a mi cuerpo sudoroso, hacía mucho calor en la habitación. Estaba tendido en mi cama, noté unas ganas enormes de orinar. Me levanté, llegué al baño y no reconocí la imagen que se reflejaba en el espejo. Tenía la cara desencajada envuelta por una barba de varios días prematuramente encanecida. Oriné y me sentí algo mejor. Tenía el pene, flácido, en mi mano y pensé en el tiempo que hacía que no había tenido una placentera erección y que mi falo hubiera sido succionado en interior de una caliente y húmeda vagina.
Me vestí y salí a la calle, debían ser las tres de la mañana, deambulé sin rumbo durante un largo tiempo con la mente en blanco, hasta que me di cuenta que estaba enfrente del bosque de plátanos justo al lado del río Ter.



La Dehesa se encontraba totalmente desierta y respiraba silencio. Observé el cielo, la luna estaba radiante, Girona parecía relucir sobria y dejaba de ser una silueta. Las nubes habían dejado aparecer una luna llena que parecía reírse de mi situación.




Miré a la luna fijamente y la maldije. Me senté en uno de los bancos de piedra y me puse a observar el cuadriculado de aquellos árboles erectos, altos y vestidos en sus copas por palmípedas hojas aún verdes. En aquél momento oí un sonido gutural acompasado de alguien que se descontrolaba de placer.

Mis ojos acudieron raudos al lugar de donde venía aquel jadeo, que cada vez cortaba el silencio con más intensidad. La claridad de la luna me hizo ver que cerca de uno de los árboles había dos cuerpos desnudos entrelazados, cubiertos pos cuatro manos que frenéticamente buscaban una complicidad en la lucha para abrazarse con más fuerza, buscando ciegamente las entrepiernas de cada uno de los amantes. Sin darme cuenta me fui acercando a aquellos dos cuerpos conjuntados. La luz que irradiaba aquella luna maldecida me iluminaba y mi sombra quiso también participar en aquél juego de amor, de besos y de complicidad. No pasé desapercibido por los amantes que estaban ya jadeando al unísono cuando un fuerte grito de placer surgió de aquel bulto, en aquél momento relucientemente dorado, y otro grito siguió inmediatamente. Los dos cuerpos estaban extenuados, seguían en el suelo entrelazados, Uno de ellos dio la vuelta a su cabeza y me observó, regresó y volvió a serpentear a su amante. No me moví, seguí observando como se levantaban. En aquél momento la desnudez de los dos cuerpos mostró su esplendorosa hermosura. La similitud de las curvas era evidente, sus pechos eran turgentes y hermosos y las dos amantes quedaron al descubierto, desapareciendo nuevamente cuando sus labios se reencontraron en un largo beso. Se vistieron y lentamente se dirigieron hacia la ciudad cogidas de la mano, una de ellas reposó la cabeza sobre el hombro de su compañera y se fueron perdiendo en la lejanía iluminadas por la luna sonriente.
Regresé a mi casa, me dispuse nuevamente a dormir, pero la visión de aquellos cuerpos juveniles entrelazados invadió mi mente, reviviendo cada momento de aquel baile amatorio. Mañana será otro día, buscaré una solución para salir del interior del pozo, pero tendré presente que hay personas que dan su amor y consiguen la felicidad, aunque sea efímera.